Acusación

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(De los cargos que fue acusado Jacques y de los inicios del interrogatorio)

-Me sorprende que sigáis vivo, os creía muerto hace tiempo- Dijo el preso sin mostrarse amedrentado.
-¿Ya ves, tus planes no salen siempre como deseas verdad…maestre?-El desconocido mostraba una amplia sonrisa, que hacia resaltar la cicatriz de su mejilla- Aunque no me creas…siempre llevo un recuerdo tuyo encima- y en ese momento torció su cara señalándose la cicatriz.
-Toda cicatriz es poca para la traición que cometisteis, deberíais estar muerto, aunque si no lo estáis debe ser porque Dios os tiene preparado otro final, aunque no os creáis que será muy distinto al que os intenté llevar. Dios no conoce de traidores.- Jacques en ningún momento levantó la vista del suelo, dijo todas esas palabras como si nada importase, palabras que se lleva el viento
       Al escuchar tales afirmaciones le vino a la cabeza los hechos acaecidos hacia tanto tiempo, cuando era un sargento de la Orden del Temple.
Tras un breve lapsus tiempo, en que su mente divagó por aquel terrible día se dispuso a continuar.
-Y bien, maestre…estás preparado para contestar a mis preguntas?
-Preguntas? Más bien diría que lo que vos pretendéis es declararme culpable de actos que no he cometido. Sin duda deseáis vengaros de lo que mandé hacer hace tantos años.- Una sonrisa se dibujó en el rostro.
-Tienes razón, nada me gustaría más en este mundo que verte sufrir, contemplar como tu cuerpo arde en la hoguera, delante de todo el pueblo.
-Tal y como decís, si he de morir en la hoguera, será porque Dios así lo tiene dispuesto, no porque sea una victoria vuestra. Bien sabéis que no podéis estar por encima de Dios, vuestros actos os conducirán al lugar que merecéis, porque recordad, todo lo que hacemos en esta vida tiene su eco en la eternidad.
-Veo que ni en los últimos momentos de tu vida dejas de dar lecciones a los demás, Jacques.- Cada vez que pronunciaba el nombre de su antiguo maestre, lo hacia de manera jocosa.
-La vida es una acumulación de experiencias y enseñanzas, para todo ser humano nunca es suficientemente tarde para aprender, incluso vos podrías ser perdonado si os arrepintierais de los crímenes cometidos.
-Arrepentirme yo? Me parece que estás muy equivocado, el que debe arrepentirse eres tu y todos los tuyos. Sabes de que se os acusa? Me parece que sí, aunque no lo quieras reconocer…- Simón parecía muy irritado, cualquiera diría que de un momento a otro iba a perder los estribos.
-Puede que a ojos de los hombres seamos culpables de mil y una fechorías, pero por si no lo sabéis la visión de Dios no es la misma que los de los mortales, el sabe leer en nuestros corazones, vos no.
-Jajaja, Acaso olvidas quienes somos, Jacques? Somos los inquisidores, los encargados de vigilar las herejías en la tierra, somos el brazo ejecutor de Dios, a Él le parece bien todo lo que hacemos, pues para ello somos sus fieles servidores, somos sus ojos en la Tierra.
-Sin duda en eso tenéis razón, y debo dárosla, pero habéis de saber, que todo lo que hay en esta tierra tiene la capacidad de caer en el error, pues como bien sabéis solo Dios es perfecto, y jamás se equivoca.-En ese momento Simón enrojeció de ira, sin duda se le había acabado la paciencia, Jacques lo percibió- Por lo que deberíamos empezar ya con el interrogatorio. Bien se que he de morir de todas formas.
-Exacto amigo! Aunque en tus manos está la forma en que lo harás, si de mi dependiera te mataría ahora mismo, cobrándome así mi venganza, pero no te preocupes, voy a disfrutar igual viéndote morir.
             En cuanto acabó de decir esas palabras, Simón se dirigió hacia la puerta que daba a la habitación donde Jacques se había bañado, al cabo de poco entró acompañado de tres personas más.
-Como ya sabes, para poder procesarte debidamente, no puedo hacerlo solo y necesito la colaboración de tres personas más, ellos son Francoise y Gérard que actuarán de testigos, mientras que Raymond hará las funciones de notario.
           Una vez hechas las presentaciones, los tres invitados tomaron asiento junto a la mesa que había emplazada a un lado de la chimenea, con lo que disponían de amplia luz para poder tomar las notas necesarias y hacer las transcripciones correctas de todo lo que tendría lugar a continuación.
-Notario, por favor, leed las acusaciones que vierten sobre el acusado- Esta vez el tono de Simón había descendido a la normalidad, como si nada de lo que había tenido lugar minutos antes le hubiese afectado.
            Tras un breve carraspeo, la voz del notario sonó fuerte y firme:
-Sir Jacques de Molay, maestre de la Orden de los pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón, se os acusa a vos personalmente y a toda vuestra orden de los siguientes pecados, todos ellos fuertemente castigados por el poder de Dios. Pesan contra vos los crímenes de prácticas sodomitas en vuestras ceremonias de iniciación, también habéis sido acusado de incurrir en las artes amatorias con jóvenes sargentos del temple, rompiendo así vuestros votos de castidad, y lo que es peor de moralidad. Tengo aquí también acusaciones contra vuestra persona de adorar a una entidad monstruosa, a la cual le otorgáis el nombre de Baphomet.
           El notario lo leyó todo sin detenerse ni un instante, lo que le acabó provocando la falta de aire, mientras decidió hacer un parón para a continuación seguir relatando los actos a los que habían sido declarados culpables los templarios. Mientras en la parte opuesta al notario Simón se encontraba tenso, erguido, con chorreones de sudor cayéndole por la frente, casi podía notarse en el aire su sensación de victoria, de una venganza que estaba a punto de ser cumplida.
-Continuemos con las acusaciones. Sir Jacques de Molay, se os condena también por renegar de Cristo durante vuestra ceremonia de iniciación en unos actos heréticos, que conllevan a obligar a los recién ingresados a pisar la Santa Cruz, y a escupir sobre ella. Sois acusados de malversación de fondo público, pues habéis destinado gran parte del tesoro guardado en vuestras arcas para uso personal y enaltecimiento de vuestro cargo y el de vuestros allegados. Tenéis algo que decir? Como os declaráis?
-Creo que mi respuesta ya la conocéis de antemano, notario. Todos esos cargos que pesan sobre mi persona o sobre las de aquellos a los que represento son sin duda infundados, es más, os diré por quien. Toda esa sarta de mentiras y falsedades no han podido salir si no de alguien que nos tiene mucho odio, pero un odio que nace del miedo, miedo a lo desconocido, o tal vez debería decir…miedo a perder el poder? Por que si no me equivoco todo esto no es más que una encerrona de vuestro rey, el Gran Felipe o como le llamáis vosotros, El Hermoso.
          En ese momento fue Simón el que emprendió el camino hacia Jacques, como movido por el viento.
-Acaso osáis inculpar a nuestro monarca de mentiroso? O es que vais a negar todos los cargos de que se os acusa?- Su rostro estaba enrojecido por el ataque de rabia.
-Veo que os ha molestado que os dijera la verdad, Simón. No es cierto que el odio y la ira nacen de todo aquel que teme? ¿O es que vos también tenéis miedo que se sepa algo sobre vos o sobre vuestro plan, que de ser cierto invalidaría todo este proceso?
Raymond escuchaba perplejo la batalla oral que se estaba desenvolviendo entre los dos contrincantes, no se sabía cual de los dos podría resultar el vencedor. No obstante como notario se vio obligado a formular una pregunta en el acto.
-Disculpad señor!- Dijo dirigiéndose a Simón- Hay alguna cosa que se me ha ocultado que sea relevante al caso? Algo que deba saber antes de continuar? O más bien dicho…algo que deseéis ocultar para que no conste en acta?
-Jajaja- En ese momento fue Jacques el que sonrió- Así que no le habéis dicho que antes de ser un perro erais un templario. Un defensor de aquellos a los que ahora juzgáis. Vaya vaya..veo que vuestra cobardía no ha menguado con los años. Seguís siendo el mismo cobarde al que un día mandé matar por traición.
-Traición? Llamas traición a querer escapar de un sitio que era una cuna de herejía?- Dijo eso mientras cogía Jacques por el pescuezo y se lo acercaba a la cara.- O es que olvidáis que yo lo vi todo! Todo!!!!
-Deteneos hermano!- Esta vez fue uno de los dos testigos el que habló- Os recuerdo que estamos de testigos y que aunque a nosotros nos repugne tanto como a vos los actos que cometieron los templarios, no podemos permitir que se lastima al procesado si no es a través de los medios permitidos.
-Tenéis razón.- En ese instante soltó a Jacques de un golpe contra la silla.-Sigamos con lo nuestro.
           Acto seguido el notario volvió a ponerse en pie para decir algunas palabras:
-Recapitulemos, el acusado Sir Jacques de Molay, se declara inocente de todos los cargos que se le imputan. Es ahora momento del inquisidor para hacer las preguntas que crea oportunas con tal de arrancar una confesión al acusado.
Simón levantándose, se azuzó la vestimenta, y tomando una posición erguida e imponente, se acerco tranquilamente hacia Jacques.
-Así que decidís declararos inocente, bien, entonces no tendréis ningún reparo en contestar a mis preguntas, y si lo tenéis tengo aquí unos cuantos amigos-dijo señalando todos los instrumentos que había repartidos por la sala- que sin duda puede que os refresquen la memoria.- Se giró un momento hacia los tres personajes situados en la mesa a espaldas suya- Está todo listo?
       Los tres asintieron al unísono. Sabían que se disponían a ver un espectáculo poco común.
-Bien, empecemos con la primera de ellas, según vuestra declaración negáis que los hechos ocurridos en vuestra ceremonia de iniciación sean ciertos, así pues, describidnos como se recoge a un nuevo templario.
-Bien sabéis que esta ceremonia debe permanecer en secreto, así ha sido desde que nuestro hermano Hugues de Payns formara la orden en 1118.
-Entonces si debe permanecer en secreto es porque algo escondéis! Si no, no os importaría describírnosla para que todos podamos saberlo y si es el caso tomar vuestra declaración de inocencia como verdadera.- en ese momento apoyó las dos manos en la mesa donde estaba sentado Jacques y le miró fijamente.
       Entonces el interrogado cerró los ojos por un momento, lanzó un suspiro y se dispuso a contestar:
-Tan terco sois que no queréis reconocer la verdad? Si de verdad fueran esos cargos ciertos, y como vos os empeñáis en demostrar, seriamos tan culpables nosotros por practicarlo como nuestros novicios por recibirlos y no negarse a ello. Con lo que, y sabéis a donde me dirijo, vos también serias culpable de todos estos actos y vuestro lugar seria esta mesa, a mi lado. Así que por que no os declaráis también sodomita y hereje?.
               La rabia volvió a aflorar en el rostro de Simón.
-Vuestra insolencia os costará cara, maestre. No solo negáis los hechos si no que encima me acusáis a mi, a un inquisidor de ser un hereje, una basura como vos… ¡Así que describidnos de una maldita vez como iniciáis a vuestros sargentos en la Orden del Temple!
-Jamás, bajo ningún concepto revelaré aquello que jurado proteger. Me decepcionáis, pues vos deberías recordarlo!
-Está bien, veamos entonces cuanto dolor sois capaz de soportar antes de decir la verdad.- En ese momento chasqueó los dedos y los dos testigos salieron de la sala.
              Durante todo lo que llevaban de interrogatorio Jacques no había perdido la compostura en ninguno de los momentos, todo lo contrario que Simón. El duelo parecía tener un claro vencedor, aunque en ningún momento podría imaginarse lo que estaba a punto de sufrir, una serie de tormentos que podrían darle la vuelta al marcador.
Momentos después de la salida de los testigos, ambos volvieron con el hombretón calvo que había salido justo antes de empezar el interrogatorio de la sala, en su gorda cara podía verse reflejada una mueca de satisfacción, como aquel que sabe que le van a dar lo que quiere.
-Jacques, este es Jean, lo que más le gusta es infligir dolor para obtener una confesión, veremos tu resistencia antes de que nos digas lo que queramos saber- Simón se acercó a un lado del maestre, mientras le indicaba a Jean que hiciese lo mismo por el lado contrario.- ¡Notario! ¡Prepárese para continuar!.
                Entre los dos hombres levantaron a Jacques y lo condujeron hacia una silla situada a la parte izquierda de la habitación. La silla estaba hecha de hierro, de lejos parecía normal, pero una vez cerca podía verse como estaba rematada por una infinidad de puntas de acero que la recubrían entera. Con cuidado, lo depositaron encima y le encadenaron las manos en los posabrazos, haciendo lo mismo con las piernas en las patas de la silla.
-Como veréis, el mecanismo es sencillo, maestre, vos nos decís lo que el inquisidor aquí presente quiere escuchar y yo no le hago mucho daño, ahora, denos una respuesta que no nos agrada y deseará no haber nacido, me ha entendido?- Esta vez el que habló fue Jean

2 Comments:

  1. Lady Nerón said...
    Querido Kalan:

    De verdad que siento en el alma no haber comentado antes, porque me ha sido imposible, aunque ya lo había leído en el documento que me enviaste...
    Espero que no me odies y puedas perdonarme.

    Respecto al texto en sí, no tengo mucho que decir: una redacción impecable, los hechos, grandiosamente documentados y los personajes, escalofriantes y muy reales.
    Aún así, de vez en cuando se me escapa la lágrima, porque me pone muy triste leer cosas de este estilo, (considerándome sádica como soy, en pensamientos, no puedo leer nada que tenga que ver con la tortura de los Templarios... ): ya tuve que aguantar un libro sobre Felipe el Hermoso que me obligó a leer mi abuela y lo pasé muy mal.

    Maravilloso, en todos los aspectos. Espero pronto la continuación, y, por favor, no lo dejes, porque aunque la gente no quiera apreciarlo, en tus textos hay verdadero arte.

    Muchos besos; eternamente tuya:

    Lady Nerón.
    Anónimo said...
    Gracias princesa.

    La verdad, cuando escribo no lo hago pensando en su calidad literaria ni en nada que pueda hacerla parecer una obra maestra.
    Tengo unas ideas para la historia en general, pero al escribo al mismo tiempo que la vivo, se lo mismo que saben los personajes(con trampa), y los dialogos suelen salir sobre la marcha.

    Muchas veces tengo que parar porque no me gusta por donde lo estoy llevando, y necesito quitarle maldad a los personajes, me asusto a mi mismo.
    No me gusta planear cada capitulo meticulosamente, me gusta pensar que los dialogs surgen de manera natural, como actuaria el personaje segun su comportamiento.

    En fin, escribo lo que me gustaria leer. Ni más ni menos

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