La Ciudad de los Ancianos

La entrada de hoy va a cambiar totalmente el formato de las anteriores, pues esta vez no es ni ningun aporte sobre algun hecho historico, ni ninguna reflexión sobre nada... Hoy simplemente es un relato. Un relato que escribí hace muchos años, y que permanecía olvidado en alguno de los tandos discos de seguridad que hacemos de nuestros ordenadores... Me ha parecido gracioso recordar esa época. Puede que os parezca una mierdecilla de relato, si es así me lo decís, no pienso enfadarme, cuando lo redacté estaba en tercero de ESO ( donde queda eso ya en uno de 22 años....).
Os dejo con él:

Hace mucho, mucho tiempo…. Existía un país, un lejano lugar, donde vivía una princesa. Esta princesa nunca sonreía, estaba siempre con el semblante lleno de tristeza, de soledad, pues había sido criada para ser una futura reina, una persona capaz de gobernar el país frente a todos sus enemigos, y para ello la privaron de todas sus emociones.

Aun así, no consiguieron eliminarlos del todo. Los sentimientos eran algo que la princesa llevaba en su interior, algo que no puede erradicarse como cualquier herejía. Los sentimientos nos hacen libres, nos hacen…humanos.

Durante el día, cualquier persona que pasara por el palacio podría describir a la princesa como el ser mas tranquilo de todos, con una cara que delataba todo menos vida, era como un autómata, haciendo todo lo que se le ordenaba, comportándose como la princesa que debía ser.

No obstante, había un caballero en el castillo perteneciente a una saga que llevaba trabajando para los reyes desde hacia muchísimas generaciones, él, era el único que conocía el secreto de la princesa.

Una noche, mientras hacia su guardia, observó como la Princesa huya de sus aposentos y se dirigía a los jardines de palacio, allí, junto a los arboles levantaba la vista hacia el firmamento, un cielo manchado de estrellas, pero un cielo totalmente oscuro. El Caballero se acercó sigilosamente hacia donde se encontraba ella y le susurró:” Si se enteran vuestros padres de esto os mandaran encerrar, no quieren una princesa soñadora, débil, y con los ojos puestos en las estrellas”.

La Princesa, sobresaltada giró rápidamente la cabeza, y al ver al caballero con su brillante armadura pensó que todos sus sueños se habían acabado, pero cuando se fijó más atentamente vio que de sus labios emanaba una sonrisa, una sonrisa que le decía que no era malo lo que ella sentía, el querer ser más libre, el poder decidir por ella misma, con su instinto y no con unas reglas establecidas.

A partir de ese dia, Princesa y Caballero fueron encontrándose durante las largas noches de verano, compartiendo sus sueños e ilusiones.

La Princesa descubrió que la familia del caballero trabajaba para la de los reyes debido a una maldición que se cernía sobre su familia. Fueron capturados en las Guerras Ancianas y desde entonces, están ligados a servir a los reyes hasta el momento en que la noche cobre vida.

Poco a poco fue naciendo una atracción entre ellos, hasta el momento en que su vida se convirtió en una sola. Los mismos objetivos para cada uno, el querer tener una vida digna, una vida solo escrita para ellos.

Contar con el apoyo del Caballero le vino muy bien a la princesa, ahora alguien sabia su secreto, eso le hacia más llevadera “su otra vida”, una vida en la que no era ella.

Pero como todo, nada puede durar eternamente. En la corte, se sospechaba ya algo entre los dos jóvenes amantes.

Para desgracia de Ambos, el Impero había vuelto a meterse en guerra con el país vecino, el de los Wendan, y el caballero fue llamado a filas.

La despedida fue triste para los dos. Junto a la fuente se dieron su primer y ultimo beso. Nunca habría pensado la princesa que el primer beso fuera a ser tan doloroso.

El tiempo pasaba y no llegaban noticias del frente, la situación era desesperanzadora, hasta que el día llegó.

Un caballero había vuelto del campo de batalla, traía noticias, no demasiado buenas, entre todas las noticias, había una carta para la princesa. Sin duda el Caballero se había acordado de ella.

Con la carta en las manos, la princesa temía leer el contenido, no sabía como reaccionar, ahora que él no estaba con ella se encontraba indefensa, sin saber que hacer.

Con mucho esfuerzo y una gran dosis de valor rompió el lacre de la carta, las palabras del Caballero no hicieron más que resquebrajarle el corazón, ahora sabia que nunca más volvería a verle.

Después de leer la carta, la princesa cambió para siempre, ahora no se mostraba de diferentes maneras, era solo una, una triste princesa, desolada, envuelta en la amargura que producen los amores perdidos.

Cada día leía la carta una y otra vez, sin poder sacarse de la cabeza las palabras… Por que a ella? Por que ahora?

La carta decía así:

“ Mi querida Princesa.

Se cuanto dolor te pueden causar mis palabras, pero aun así no me queda mas remedio que dejar a mi corazón que escriba lo que realmente siente, puesto que mis manos y mi conciencia no tienen ya la fuerza suficiente para ello. La batalla ha sido dura, y nos ha cobrado muchas bajas, entre ellas, la mía.

Quiero que sigas como siempre mi niña, con tu sonrisa picarona, con tus ojos entelados en làgrimas al escuchar las historias que contaban nuestros mayores sobre los habitantes de las estrellas. Quiero que recuerdes para siempre mis dulces palabras al oído. Quiero que recuerdes como eran nuestros abrazos, unos abrazos que me llenaban el corazón de alegría, al poder disfrutar aunque fuese a escondidas de ti….

Se que nuestra despedida fue el comienzo de nuestra historia, pero por mucho que yo no este contigo, mi alma y mi corazón siempre lo estarán. Siempre estaré cuidando de ti, cuando levantes la vista y mires fijamente hacia el universo, ahí estaré yo, cuidándote desde lo alto, con mis ojos puestos en ti. No voy a permitir que nada te pase.

Solo me quedan fuerzas para decir una cosa más….. Te quiero “

Hasta el momento, todas las noches había mirado al cielo, esperando encontrar a su amado….pero no dio resultado

Fruto de la desesperación decidió marcharse al lago, donde pondría fin a su vida, no podía soportar más su sufrimiento. Había sido una ilusa por creer que él siempre estaría ahí? Que no la abandonaría nunca? Tal vez estuviera en lo cierto, por eso iba a hacer lo tenia pensado, reunirse con su Caballero. Si él no venia…ella lo buscaría.

Seria una muerte placida todo estaba preparado, un brebaje hecho con unos cuantos ingredientes harían que se quedara totalmente dormida… pensando en su amado.

Justo en el momento en que ella iba a tomarse la pócima una luz muy brillante apareció en el cielo, cegándola por completo.

Al mismo tiempo una voz muy familiar resonó en los cielos: “Tenias que creer en mi, y lo hiciste, fue tanto el dolor que sentías que decidiste sacrificar tu vida por estar junto a mi… pero como te prometí, estoy contigo, aunque no pudieras verme mi amor… seguía estando contigo, para que nunca mas vuelvas a tener dudas, estaré visible cada noche para ti en el cielo, te arropare cuando haga falta, y te sonreiré siempre. Vive Princesa, Vive y se feliz”.

Después de esto apareció por siempre jamás en las noches oscuras una gran bola en el cielo, blanca y resplandeciente, digna de la pureza del caballero, que sacrificó su entrada en el paraíso por contemplar desde ahora hasta el fin de los tiempos a su querida Princesa.

En todo el país, la aparición del cuerpo celeste supuso un cambio radical en las mentalidades, viendo lo que el amor había conseguido, el reinado de la Princesa fue uno de los más prósperos de los que se reconocen. Siempre se gobernó con la diplomacia, con las buenas maneras, y con el consenso entre todos los habitantes. No por tener más dinero o ser de clase elevada ibas a tener mayor peso en las decisiones que afectaban a todo el pueblo.

Los habitantes de Albión nunca supieron de donde había salido el cuerpo celeste, solo sabían que había sido un acto de amor, tan puro que hizo que las cosas fueran a mejor, de modo que decidieron ponerle el nombre de la princesa, desde ese momento, el Cuerpo Celeste pasó a llamarse Selene.

Con el devenir de los siglos, el nombre pasó a ser Lene, que por cuestiones fonéticas se acabó llamando Luna.

Algunos os preguntareis como puedo saber eso, pues la respuesta es bien sencilla. Cansado de Dar luz a los hombres durante el día, pude observar en la oscuridad de la noche, como una pequeña luz se iba haciendo cada vez más y más fuerte. Tentado por mi curiosidad decidí acercarme y les observé. Hoy nadie sabrá nada del Caballero, murió en el anonimato, por eso os hablo hoy aquí de él, porque realmente son esas personas sin un nombre, un rostro, los que de verdad mueven el mundo, actos como el del Caballero hicieron que Albión fuese un país mucho más prospero.

Helios